El presidente y los derrumbes
Por: Erick Miranda Picado
Abogado
“Todos
los derrumbes en carretera a lo largo de la historia han sido producto de las
lluvias, pero este no, este fue culpa de Chaves”
En
estos días he leído con recurrencia esta frase en las redes sociales, utilizada
con mordacidad e ironía para excusar al presidente de la República ante las
críticas que de forma abundante se le están haciendo por parte de diversos
grupos. Ignoro al autor de la frase. Desconozco si salió de la propia presidencia o provino de alguno de los grupos que en diversos foros se han formado como
defensores de don Rodrigo.
Aunque no importa de quien es la frase, yo debo confesar que la comparto plenamente. Es verdad, el presidente no tiene la culpa de los derrumbes en el tanto él no es Dios, ni mucho menos controla la naturaleza.
Pero, el presidente
representa al Estado. Y resulta que el Estado existe para protegernos a todos, siendo
esa su razón primordial de ser. Me explico: el ciudadano común renuncia a una
porción de su autonomía personal, de su libertad y su propia soberanía, que
proviene de su esencia humana y la cede a ese órgano superior constituido por
todos y todas de una forma abstracta, a cambio de la protección y el cuidado
que debe brindarnos. Este es uno de los principios básicos de la teoría del
Estado que hasta en la secundaria se estudia y en el momento que eso se pierda,
no tendría sentido su existencia.
El
Estado debe entonces protegernos, y en algunos casos prevenirnos, del peligro.
Podemos pensar que basta con tener policías, jueces y hospitales, pero no. La
responsabilidad objetiva del Estado claramente encuentra fundamento en la
teoría de los riesgos eventuales. El Estado debe prever aquello que el
ciudadano común no tiene la posibilidad de hacer, por cuanto aquel es más
poderoso que este. Por ejemplo, cuando conducimos un vehículo por una carretera
pública, si observamos una señalización de alto nos detenemos. Igualmente, si
vemos un oficial de policía haciendo la señal correspondiente. Pero, si no
vemos nada de esto, aunque no podemos dejar se ser prudentes, seguimos avanzando
puesto que creemos que si el Estado permite el tránsito por aquella vía el riesgo
no existe o por lo menos se ha minimizado. El ciudadano común no tiene la posibilidad
que tiene el Estado de verificar con equipo y personal calificado la ausencia
de riesgo y no queda más que confiar en que ese órgano superior a nosotros como
individuos ha hecho su trabajo de forma diligente. Esto aplica de forma muy
acentuada en la utilización de aquellos bienes públicos, como lo son
carreteras, parques y edificios públicos.
Y
tampoco es de gratis. Pagamos por eso.
El artículo 194 de la Ley General de la Administración Pública
establece que la Administración será responsable por sus actos lícitos y por su
funcionamiento normal cuando los mismos causen daño a los derechos del
administrado en forma especial, por la pequeña proporción de afectados o por la
intensidad excepcional de la lesión.
En el
caso concreto del lamentable derrumbe en Cambronero que cobró la vida de varias
personas, resulta claro que el Estado, por medio de los órganos correspondientes,
tenía el deber de velar por la seguridad en el tránsito, y aunque ciertamente podemos
hablar de una situación de las que llamamos fuerza mayor, podría existir
responsabilidad del Estado por haber fallado en su deber de proteger a sus
ciudadanos al no haber tomado las previsiones correspondientes, inclusive cerrando
totalmente la vía, acción que resultaba la más lógica ante la caótica situación
que se estaba viviendo.
Concluyo
diciendo, es verdad que el presidente no tiene la culpa de los derrumbes, pero
también es verdad el Estado tiene el deber de tomar las previsiones necesarias
para evitar daños a los ciudadanos y el presidente es el máximo representante del
Estado. Ya se vendrán las demandas y veremos que dicen los jueces.